Hace algunos días atrás, me detuve a tomar un café frente a una estación del metro de mi ciudad. Observaba a las personas, entrando y saliendo, terminando su trabajo, retornando a sus hogares, y me preguntaba cuántas de esas personas, estaban muertas en vida, y vivían por inercia, siguiendo un patrón dogmático que la sociedad les imponía. El mundo esta al revés, y muchos no son felices, porque no están cumpliendo su misión de vida. Ya no son capaces de ver un atardecer extasiados, ni pueden sorprenderse con una flor, todo les parece tan gris. Estamos muertos si no somos capaces de ver más allá de un titulo universitario. Estamos muertos si no somos capaces de entregar el corazón al amor, amando totalmente. Estamos muertos si no somos capaces de extasiarnos por la naturaleza, un abrazo, una mirada, una acaricia, una flor, una palabra. Estamos muertos si pensamos que el matrimonio son dos personas que se pertenecen, se juzgan y no permiten que la pareja crezca y sea libre. Estamos muertos si no somos capaces de ver en la otra persona, más allá de sus malos modos, su rabia, su antipatía, a un ser humano que ha tenido un mal día, o sufre y está deprimido. Porque hemos olvidado , que en nuestro interior esta ese mundo que podemos crear lleno de amor, alegría, gozo, cariño, abrazos, risas, felicidad, prosperidad, abundancia y dicha. Comenzando por nosotros mismos, construyendo un mundo interno hermoso, podemos comenzar a crear el planeta tierra que todos deseamos. No es utopía, muchos trabajamos en esto.
"Enriquece tu alma y gobierna tus falencias como mortal que eres".